La Covid llegó a nuestras vidas a darle un giro de 360 grados. Nos tocó parar de repente y dejar de lado la rutina. Empezamos a tener otra perspectiva de nuestros días y a cambiar el concepto que teníamos sobre muchas cosas, como son el tiempo, la familia, el bienestar y, por supuesto, la salud.
La pandemia ocasionada por este virus nos obligó a reflexionar sobre la manera en la cual llevábamos la vida y cómo dábamos por sentado muchas cosas. Fue un parón que nos costó afrontar y aceptar, pero como seres vivos, supimos adaptamos rápidamente y ahora el movimiento ralentizado del mundo y de la vida es nuestra nueva “normalidad”.
Sale entonces a colación el tema del cual queremos hablar en el día de hoy, ¿Qué va a pasar cuando la covid haga parte solo de los libros de historia?. ¿Lo hará acaso?. ¿Creéis que el mundo fue uno antes de la Covid y será otro después?
Es factible pensar que, en términos generales, seguiremos estudiando y/o trabajando sobre unas mismas bases, aun cuando quedó comprobado que la obligatoriedad en cuanto a presencia física ha dado un gran vuelco.
Aunque seguimos en medio de la pandemia, existen vacunas que, aunque no inmuniza el virus en su totalidad, sí minimiza el riesgo de gravedad en caso de contagio. Pareciera que nos acercamos a lograr ver la luz al final del túnel pero, no por esto, dejamos de preguntarnos, qué quedará de la crisis?
Es inevitable sentirnos vulnerables individual y sistemáticamente. La pandemia del coronavirus es la mayor crisis después de la Segunda Guerra Mundial en términos sanitarios, sociales y económicos.
Como mencionamos anteriormente, el “parón obligatorio” que este virus nos condenó a vivir nos hizo valorar la compañía de amigos y familiares. Se vio magnificado durante los períodos de cuarentena donde incluso carecimos de acercamiento con éstos mismos. Todo este aislamiento generó un cambio radical en la forma de socializar y hasta en los rituales de saludo y despedida como los apretones de manos, abrazos o besos en la mejilla. Para algunos supuso un gran sentimiento de soledad. Esta situación se nos presentó a todos como un enorme reto. De hecho, el peligro de una nueva “cuarentena”, puede traer con ella un fuerte aumento de enfermedades mentales, especialmente trastornos de ansiedad y depresión.
Pero, dejando esto de lado y atrás la idea de un posible encierro, el mundo y nosotros ya no somos los mismos. Tenemos ciertamente necesidades distintas.
Si bien los pronósticos concretos para un mundo post coronavirus siguen siendo difíciles, hay cosas tan evidentes como la tendencia hacia la comunicación digital. A empresas, centros educativos, entidades gubernamentales, entre otros que hasta ahora habían dudado en adoptar las nuevas tecnologías de la comunicación, el coronavirus las ha obligado a probar con estos nuevos formatos. En aquellos lugares donde las experiencias han dado resultados positivo, los cambios se mantendrán. Habrá, por lo tanto, más teletrabajo, videoconferencias y enseñanza en línea. Todas estas medidas ayudan a las empresas o instituciones a ahorrar costos y, a su vez, facilitan la ejecución de los mismos al evitar desplazamientos y con esto ahorrar tiempo. Ofrecer estas posibilidades brinda un atractivo superior a la oferta.
Sabemos que lo único constante es el cambio. Aunque los efectos sociales de la Covid llegaron de una manera repentina e insospechada, una verdad ineludible es que fue y sigue siendo una gran oportunidad de cambio o reinvención. Nos dio la oportunidad de explorar nuevos horizontes, de hacer cosas diferentes y de obligarnos a entablar una relación más cercana con nosotros mismos. Nos hizo ser más consientes de nuestro entorno, de cómo funciona y de las consecuencias de nuestros actos.
Finalmente creemos que esa “NORMALIDAD” que conocíamos hace parte de nuestro pasado, y que la nueva normalidad es aquella que forjaremos día a día, viviendo el presente y construyendo el futuro . Podemos decir que nos ha hecho mejores personas; nos preocupamos más por el bien común, por el entorno, la naturaleza y por cuidar mucho de nuestra salud y bienestar general.
Diríamos entonces que La Resiliencia es el Gran Común Denominador. La adaptabilidad a las nuevas circunstancias es justamente uno de los Valores que más impulsamos con este proyecto llamado SANTOS OLEOS.